martes, 9 de julio de 2013

¿Cuánto te influye lo que piensen los demás?

Camera 360Esta sencilla pregunta que en alguna ocasión nos la hemos podido decir unos a otros es la que nos sirve como punto de partida para la propuesta de nuestra invitada especial @pilidorita. Siempre bien recibida en esta casa y que ha seguido nuestros pasos muy de cerca. Enfermera, con vocación de servicio, atenta, cariñosa y valiente. Hoy se acerca para colaborar en la relativa reciente sección #a4manos y esperemos que repita. Para los que no conozcais su blog es sencillo, muy humano y muy diverso, a través de “pilidoritas” nos ofrece no sólo recetas de actualidad en el ámbito de la enfermería, sino que además los Domingos disfrutamos con su especial : Libro, Película y Canción ¿te lo vas a perder?

Desde mi punto de vista creo que nos propone dos cosas muy sencillas, por un lado lo fácil que es criticar y dar “humildemente” nuestra opinión y por otro lado lo fácil que es también caer en las “garras” de los comentarios ajenos y terminar haciendo lo que nos proponen otros por encima de nuestro propio criterio.

La clave en el primero de los apartados es pedir permiso. Dar nuestra opinión no es malo, e incluso a veces sirve de ayuda. Lo verdaderamente importante es pedir permiso antes de soltar sin consulta previa cuál es nuesta opinión y sobre todo valorandola por encima de cualquier otra propuesta. Además, si pido permiso para dar mi opinión, he de estar preparado/a para que me digan que no quieren escucharla, o bien que aunque la hayan escuchada no me hagan caso. ¿Estamos preparados?

La segunda clave, es, cómo decían nuestras abuelas “hacer oídos sordos”, es decir, ser capaces de escuchar a los demás (a veces nos dan información que de otra manera no seríamos conscientes) y al mismo tiempo seguir escuchando nuestros principios que nos propone, nuestros valores,… aquello que es importante para nosotros/as. Si estamos convencidos… ¿porqué no perseverar en lo que creemos?

El cuento que nos propone Pilar se titula: EL ANCIANO, EL NIÑO Y EL BURRO.  Y dice así:
Había una vez un anciano y un niño que viajaban con un burro de pueblo en pueblo.  Llegaron a una aldea caminando junto al animal y, al pasar por ella, un grupo de jóvenes empezó a burlarse de ellos, gritando:
  –¡Mirad que par de tontos! Tienen un burro y, en lugar de montarlo, van los dos andando a su lado. Por lo menos el viejo podría subirse al burro.
 Entonces el anciano se subió al burro y prosiguieron la marcha. Llegaron a otro pueblo y al cruzarlo, algunas personas se llenaron de indignación cuando vieron al viejo sobre el burro y al niño caminando al lado, y empezaron a decir:
  –¡Parece mentira! ¡Qué desfachatez! El viejo sentado en el burro y el pobre niño caminando.
 Al salir del pueblo, el anciano se bajó del burro y siguió el camino a pie, mientras que el niño lo hizo subido en el burro. Así llegaron a otra aldea. Cuando las gentes de la aldea les vieron, exclamaron escandalizados:
  –¡Esto es verdaderamente intolerable! ¿Habéis visto algo semejante? El muchacho joven y sano montado en el burro mientras que el pobre anciano va caminando a su lado. ¡Qué vergüenza!
  Como ya no sabían qué hacer, el viejo y el niño compartieron el burro. El fiel animal llevaba ahora el cuerpo de ambos sobre sus lomos. Pasaron junto a un grupo de campesinos  que al verlos empezaron a vociferar:
  –¡Sinvergüenzas! ¿Es que no tenéis corazón? ¡Vais a reventar al pobre animal!
 Apenados, el anciano y el niño se apearon del burro y optaron por cargarlo sobre sus hombros. De este modo llegaron al siguiente pueblo. Allí la gente se apiñó alrededor de ellos y entre las carcajadas, los pueblerinos se mofaban gritando:
  –Nunca hemos visto gente tan boba. Tienen un burro y, en lugar de montarse sobre él, lo llevan a cuestas! Esto sí que es bueno! ¡Qué par de tontos!
 Asustado por tanto ruido, el pobre burro se revolvió y echó a correr despavorido, precipitándose en un barranco y muriendo. El niño y el anciano se miraron muy tristes por la pérdida de su fiel compañero de viaje…
De esta sencilla historia extraigo dos conclusiones: no hagas las cosas por complacer a los demás y no critiques a otros a las primeras de cambio.
Sé tú mismo y actúa como creas que tienes que hacerlo. Hacer cosas que no quieres o en las que no crees sólo por contentar a otros no te garantiza ni la felicidad ni su amistad. Es imposible estar de acuerdo con todo el mundo y, al final, hagas lo que hagas, más tarde o más temprano, siempre habrá alguien que te acabará criticando.
No es justo juzgar a alguien sin conocer sus circunstancias. Eso que hoy tanto criticas a otro puedes acabar haciéndolo tú mañana.



Muchas gracias Pilar!!! Vuelve cuando quieras!!

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